domingo, 10 de agosto de 2014

Deidades Cananeas








El obispo Eusebio de Cesarea, en Palestina, descubrió en el año 314 d.C., los escritos de Filón de Biblos y los dio a conocer. Muchos de ellos, principalmente los que describirán la mitología y el culto, hacían poner de tal manera los pelos de punta que se rehusaban admitir como buena moneda de narración de semejante degeneración de los sentidos.

Por encima de los Ba’ales de Canaán reinaban, en primer lugar el dios El. Su esposa era Achira, diosa que también es mencionada en la Biblia. El caso de sus tres hermanas, de las cuales eran una Astarté. Con este nombre en el libro de los (Jueces 13; 10, 6 sign). Es citada repetidamente en el Antiguo Testamento. El no solo mata a su hermano sino también a su prójimo; corta la cabeza de su hija, castra a su padre y se castra él y obliga a sus compañeros a hacer lo mismo.

No es, pues, de extrañar que las gentes de la época del cristianismo no quisiera dar crédito a semejantes enormidades y comprendiendo muy bien que todo esto medianamente civilizado tenga que velar por la moralidad de sus súbditos. En la Canaán de aquel tiempo en el culto a los dioses era un culto sensual, los templos ocupaban los sitios de los burdeles, gentes lascivas de ambos sexos eran consideradas como pertenecientes al personal que practicaban los cultos y los donativos para sus (servicios) entraban en cajas de los templos como (ofrenda a las divinidades).

El culto inimaginable de Canaán rendía a la fecundidad, se extendía hasta todo el pueblo. Debajo de cada una de las casas excavadas hay una bóveda mortuoria en la cual los habitantes de Ugarit enterraban a sus muertos. Unos tubos de arcilla de una forma rara iban hasta el fondo… es que por estos conductos se obsequiaban a los muertos con las aguas, vino y aceite, así como también con carne y la sangre de los animales sacrificados. Ni ante la muerte se detenía el culto a la fecundidad. Los recipientes en forma de embudo no dejan duda alguna sobre el particular, van provistos de los correspondientes símbolos. En el rito para los vivos la mandrágora jugaba un gran papel, los antiguos cananeos y los fenicios atribuían a esa raíz carnosa propiedades afrodisiacas, creían que tenía facultad de excitar el amor y de curar la esterilidad. Crueles y salvajes son Artarte y Anath, diosa de la fecundidad y de la guerra. La época de Ba’al en Ugarit lo describe la diosa de Anath: (con poder segaban a los habitantes de las ciudades, asesinaban a los pueblos de las costas marítimas, aniquilaban a los hombres del este). Arrastraba a los hombres a su templo y cerraba sus puertas para que nadie pudiera escapar. Arrojaban silla a los jóvenes, mesa a los guerreros, banquillo a los poderosos. (Se bañaban con sangre hasta las rodillas, o más bien hasta el cuello. A sus pies habían cabezas humanas y sobre ellas flotaban manos, cual langostas, a su alrededor. La cabeza de sus víctimas se la ponía como adorno a sus espaldas y las manos en su cinturón). (Su hígado se hinchaba de reír, su corazón lleno de alegría, el hígado de Anath estaba pretorio de júbilo). (De estar satisfecha) se levantan las manos en sangre humana coagulada para ocuparse de otras cosas. Anath es hermana y esposa de Ba’al, del dios de las tormentas y las lluvias. Su símbolo es de la cabeza de toro. Ba’al fertiliza al ganado en los prados con lluvias, para cebarlos. También se preocupaba de su reproducción, cuando, con el transcurso de los años, muere y queda domado (como el toro bajo la cuchilla del sacrificador), su hijo toma si cargo en esta misión. En Ugarit se encontraron pequeñas figuras, así como amuletos de Astarét. Son de arcilla y de oro y están desnudas. Serpientes y palomas, celebres en oriente por su extraordinaria fecundidad, son sus símbolos. Las diosas de la fecundidad eran seguramente veneradas en las montañas y alturas. Allí se erigían los (aseras), se plantaban (estacas sagradas), arboles bajo los cuales tenían lugar (los cultos) como viene indicando repetidamente en la Biblia: (También ellos se construyeron lugares altos, Massebás y Aserás encima de cualquier colina elevada y bajo cualquier árbol frondoso) (1 reyes 14:23). Sobre la naturaleza de las acciones practicadas por el (culto) no existía ya duda alguna de las excavaciones de Ugarit. Solo después de los resultados que habían sido alcanzado sobre los dioses de Canaán, podemos medir en toda extensión cuan intensa debía ser la campaña moralizada que precisaban los hijos de Israel. ¡Cuán grande era la tentación para un sencillo pueblo de pastores, y cuan peligrosa para él las seducciones! Más de una vez habían arraigados los cultos a Ba’al, penetrando hasta el propio templo de Yahvé, hasta el mismo santuario. Sin su rígido código moral, sin la creencia de un solo dios, sin las austeras figuras de sus profetas, los israelitas no hubieran podido resistir su promiscuidad con los adoradores de Ba’al, en el culto a las sacerdotisas de las diosas de la fecundidad, con los Aserás y las alturas .Y este fue el motivo de los (textos escandalosos). Cosa que no podía ser llamada en atención a los testimonios



Durante muchos años la biblia ha sido una gran fuente de información en cuanto a la religión cananea. Naturalmente, no se ocupa de ella un ex profeso sino inicialmente, incidentalmente, dominada como se halla por la preocupación de mantener a los hebreos alejados de sus corrientes altamente sensuales. Un valioso papel de documentación juegan también los nombres propios de personas y de lugares cuando esconden en sí mismo elementos teoforicos. De la religión cananea habla expresamente Filón de Biblos, que vivió hasta el año 100 d.C. en su “Historia Fenicia” que se ha podido construir parcialmente, incluso después de la desaparición, gracias a las referencias de Eusebio (preparativo evangélica, I, 9, 20-10, 54; IV, 16, 6; IX, 9, 11-12). Es cierto que siempre se guardaron serias dudas en cuanto a la fidelidad histórica de este escritor Fenicio; pero estas han sido desterradas después de los importantes descubrimientos de Ras Samra, que han confirmado la sustancial historicidad de sus informaciones. La religión cananea recibe ya algunas iluminación en los hallazgos arqueológicos efectuados fuera de Ras Samra; recordemos que la carta de El-Amarna, que nos facilitan nombres teoforicos de personas y de localidades cananeas, los textos Egipcios que nos hablan de las divinidades cananeas; los textos de execración, también ricos en el nombre teoforicos en los numerosos hallazgos arqueológicos en varias localidades de Palestina (Tell el-Hons, et-Tell, Tell ed-Duwer. Tell djezer, Tell el-Qedah, Tell Naharia), y, finalmente, las inscripciones únicas y fenicias, como la de Zakir, Alepo y Karatepe. Pero la auténtica luz meridiana nos vienen solamente los descubrimientos arqueológicos de Ras Samra. Las numerosas tablillas de arcilla aquí halladas significan una contribución mayor que todas las fuentes anteriores indicadas tomadas en conjunto. También la Biblia se ha visto con el primado arrebatado, en cuanto a la fuente de información. Pero hemos de alegrarnos de ello, porque de forma indiscutible se ha pues en claro su veracidad histórica, incluso en este sector



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